El primer partido fue el Sábado 10 de Mayo. Everton recibía a los itálicos y con un estadio casi lleno, cae derrotado 3 a 0, haciendo la llave de vuelta casi imposible por el gran nivel del equipo de La Florida.
Acosta, sabiendo de la dificultad de la revancha y sintiéndose casi eliminado, opta por darle la oportunidad a algunos jugadores que habían sido reservas en la mayor parte del torneo, para que pudieran mostrarse y evaluarlos para el siguiente campeonato. Así, el día miércoles 14 de mayo, en el Estadio Monumental, Everton salió a la cancha apoyado por aproximadamente 50 hinchas que aun creían en el milagro de aquella noche fría de otoño. El partido comenzó y Miralles junto con Canio, buscando ser goleadores, con el orgullo herido, intentaban una y otra vez lo casi imposible. El partido era parejo y los "oro y cielo" buscaban con todo la hazaña. Al minuto 21 penal para Everton; Canío no falla, la ilusión comienza a encenderse y así se van al descanso.
En pleno segundo tiempo, a los 56 minutos, el "santo" Ezequiel Miralles, en un pase largo de Dalsasso, controla, avanza y marca el 2 a 0, aumentando la ilusión, los nervios y la incertidumbre entre todos los presentes. Sin embargo, el local sacó su chapa de favorito y controlando el juego descontó a los 69' por intermedio de su capitán Garrido, casi sentenciando el partido y la llave. Pero el orgullo de esos jugadores picados, esos que no habían sido considerados, querían sacar adelante el pleito y demostrar a Acosta que si eran una opción válida. Everton sintió el golpe del descuento y como un espartano herido, se levantó y se fue a matar o morir. Canío, el bendito de la Araucanía, a los 72' marcaba el tercer gol, ilusionando a todo el pueblo viñamarino. El reloj avanzaba y el partido era de infarto. Audax lo tenía en los pies de Villanueva y Orellana, pero Everton con sus contragolpes hacía temblar el arco de los itálicos. Minutos finales y Rojas trataba de generar para los oro y cielo. Sabiendo que un gol más los clasificaba, los de Viña se convertían en kamikazes; era todo o nada. Ya no quedaba tiempo. El árbitro había anunciado los descuentos, pero en una patriada "oro y cielo", un centro por la derecha de Benjamín Ruiz, el "Ángel de Bahia Blanca" controló por el lado izquierdo y cuando todos los hinchas esperaban el remate, la centró nuevamente hacia el sector iquierdo del área grande y apareció Cristian Oviedo quien metió una volea con el alma e infló la red, marcando el cuarto gol, fundiendo al equipo en un solo abrazo. El DT de Audax, viendo a sus jugadores golpeado por la increíble remontada, ordenó irse con todo en el minuto restante. Por su parte Acosta exigió al equipo irse atrás y reventar como fuera el balón, pero Ángel Rojas, en un acto de rebeldía y ganas de ganar (decisión que le costó no ser citado más), llamó a sus compañeros a ir a atacar el balón y quitarlo lo más rápido posible. Audax reinició el juego y Rojas, Reyes y Miralles, se fueron con todo sobre los jugadores audinos, robando el balón, yéndose a la orilla y finalizando el encuentro.
Los jugadores "oro y cielo" se abrazaron, corrieron a la galería, se subieron a la reja. En ese momento las lágrimas brotaban por todos lados porque los presentes sabíamos que con ese triunfo, esa hazaña, esa mágica noche de mayo, la copa estaba más cerca, la ilusión estaba más intacta y el plantel se convencía que todo era posible.
Para el recuerdo, aquella noche EVERTON formo los sgtes jugadores: Dalsasso, Saavedra, Oviedo, Velásquez, Arias; Sánchez (Rojas), González(Gigena), Delgado, Ruiz (Reyes); Canio y Miralles
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